¿Qué siente un hombre cuando descubre que se enamoró de una mujer trans? ¿Cómo se ve a sí mismo y cómo la ve a ella? Desde las preferencias en la cama hasta la relación con la familia, los cuatro entrevistados que contaron sus secretos pero no quisieron revelar públicamente su identidad van armando un mapa de los prejuicios y las pasiones en juego. A su vez, estas experiencias ponen en jaque la supuesta relación forzosa entre las prácticas, los gustos, el amor y la identidad. ¿Quién tiene el derecho de llamarse homosexual o heterosexual? ¿Cuánto más resiste el elástico que divide al mundo en dos grupos de hombres y mujeres?
Saber qué sienten ellos. Salir de lo
que nos pasa a nosotras y con la excusa, o mejor dicho la coartada, o incluso
con algún cliente. Para que me digan qué sienten, saber cómo viven esos hombres
que no tienen una relación encuadrada dentro de lo “normal” aceptado y hasta
legal, ya que si bien hay matrimonio igualitario, no olvidemos que ellos salen
con chicas sin documentos... Cuánto comparten de la vergüenza que la sociedad
impulsa frente a las personas trans, si tienen identificado dónde reside su
deseo, si se consideran homosexuales, si les ha costado hacer lo que les da la
gana. Así comencé una no tan ardua tarea de ubicarlos. Mi primera gran sorpresa
fue descubrir que estaban dispuestos a contestar mis preguntas más morbosas o
indiscretas, pero jamás a revelarse: ninguno aceptó fotos, ni dar datos de
ningún tipo. Uno de ellos me pidió cambiar su nombre e incluso su edad. Fuerte
sorpresa fue conocer que a la gran mayoría les da vergüenza reconocer una
relación en la que están metidos hasta los huesos. Aman en la oscuridad.
Desde ya, mi asombro fue un poco de sal en la herida abierta: al escuchar a estas personas hablar de sus relaciones (en las cuales estaba incluida como trans y en relación con un hombre) sentí que mi baja autoestima volvía al ataque. Ser una persona ocultada, invisibilizada, acallada en mi identidad de género es más que difícil, saber que alguien te quiere pero te oculta es una mezcla de sentimientos donde la desvalorización gana terreno. Paso a paso, durante las entrevistas fui comprendiendo que lo más difícil para estos hombres es tomar posición: temen el juicio ajeno, la mirada lacerante de sus pares y a su familia. “Eso no está bien”, “eso no se hace”, “estás en falta”: llevan en sus cabezas la vieja máxima de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Bien, parece que ellos no encuadran en este mandato: jamás trascenderán, no dejarán su impronta, ya que sólo deja huella el hombre heterosexual sano y normal, mientras los no tan hombres arrastrarán la falta de amar a una mujer “no tan mujer”.
Mientras realizaba estas diferentes entrevistas no dejaba de sentir algo de enojo: debemos hasta soportar ser amadas en las penumbras y junto a ellos culminamos por alejarnos del mundo. Me esforcé en dejar mis prejuicios y en ser respetuosa –cosa que no es habitual– de cómo se define subjetivamente el otro. No es común permitir a los demás que se definan como se sienten.
Desde ya, mi asombro fue un poco de sal en la herida abierta: al escuchar a estas personas hablar de sus relaciones (en las cuales estaba incluida como trans y en relación con un hombre) sentí que mi baja autoestima volvía al ataque. Ser una persona ocultada, invisibilizada, acallada en mi identidad de género es más que difícil, saber que alguien te quiere pero te oculta es una mezcla de sentimientos donde la desvalorización gana terreno. Paso a paso, durante las entrevistas fui comprendiendo que lo más difícil para estos hombres es tomar posición: temen el juicio ajeno, la mirada lacerante de sus pares y a su familia. “Eso no está bien”, “eso no se hace”, “estás en falta”: llevan en sus cabezas la vieja máxima de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Bien, parece que ellos no encuadran en este mandato: jamás trascenderán, no dejarán su impronta, ya que sólo deja huella el hombre heterosexual sano y normal, mientras los no tan hombres arrastrarán la falta de amar a una mujer “no tan mujer”.
Mientras realizaba estas diferentes entrevistas no dejaba de sentir algo de enojo: debemos hasta soportar ser amadas en las penumbras y junto a ellos culminamos por alejarnos del mundo. Me esforcé en dejar mis prejuicios y en ser respetuosa –cosa que no es habitual– de cómo se define subjetivamente el otro. No es común permitir a los demás que se definan como se sienten.
1 “Yo soy el
hombre y ella mi mujer, así funcionamos, el resto no importa”
Daniel, 49 años, empleado.
Daniel, 49 años, empleado.
¿Hace cuánto que estás en
pareja?
–Ocho años, más o menos.
¿Cómo conociste a tu
novia?
–Acá en el barrio, la veía pasar todas
las tardes frente a mi trabajo.
¿Cuándo sentiste que
te gustaba?
–Apenas la vi. Un día, un compañero la
paró y le dio mi teléfono; yo no me animaba, me daba vergüenza que me cortara
el rostro.
Ah, ¿ Eres tímido?
–Sí, mucho, pero ella no. Ella me llamó
y me pregunto qué quería. Yo (silencio y sonrisas) le dije que quería
conocerla, que me gustaba...
¿Y? ¿Qué te contestó?
–Que cuándo quería verla. Yo ahí me
puse más nervioso porque pensé que al final ella no iba a querer, que iba a
tener que convencerla y eso mucho no me gusta.
¿Habías tenido novias
trans antes?
–No, salí una noche con una chica del
boliche, pero novia no.
¿Qué te gusta de una
chica trans o de ella puntualmente?
–No sé, creo que... no sé
cómo explicarlo. Me gusta de ella porque es linda y muy femenina, y no todas
son así; no sé... son más hombres...
¿Y eso no te gusta?
–No, me gustan las chicas que son
chicas, no me gustan los gays; sólo las chicas travestis o trans, pero lindas.
¿Cuál es la
diferencia para ti entre las mujeres trans y las que no lo son?
–No sé... que nacieron hombres y
después eligieron ser mujeres... No hay diferencia sólo por su sexo, después en
su interior son todas iguales (risas).
¿Te gustaría que tu
novia se opere?
–Si ella quiere, sí. Una vez lo hablamos
porque vimos algo en la tele y me dijo que algún día lo iba a pensar, que le
daba miedo, que era una operación con riesgos... A mí también me da miedo;
además le digo que se quede tranquila, que yo la amo como es.
¿Cómo llevas tu
relación con tus amigos y tu familia?
–Más o menos; algunos de
mis amigos se abrieron, me dijeron que no me entendían, que cómo me había
enamorado de alguien así, que yo era mujeriego y podía tener mil viejas. Qué sé
yo... Son así... Mi familia al principio bien, pero con el tiempo, cuando
vieron que la relación estaba avanzando, empezaron a romper... mi vieja más que
nada.
¿Cómo te rompían?
–Me invitaban los domingos,
pero nunca la invitaban a ella. Y yo solo no iba a ir, si mis hermanos van con
sus esposas, yo quería ir con mi novia.
¿Y tu novia qué decía
cuando pasaba esto?
–Nada, se ponía mal porque me veía mal,
pero no más que eso... Un día se peleó en Navidad con mi mamá, se dijeron de
todo, no me hablaron por mucho tiempo.
¿Por qué empezó la
pelea?
–Porque mi vieja siempre jode con sus
nietos, tira palos con que quiere nietos, sabiendo que Ale no se los puede dar.
Tengo una cuñada que le metió los cuernos a mi hermano, pero la tratan como si
nada; y a Ale con cualquier cosa ya rompen...
¿Pasó algo ahora que
salió la ley de matrimonio?
–Sí, comentarios que me cuenta mi
hermano. Mi vieja dijo que si me casaba, no iba a ir, que no quería pasar
vergüenza.
Te voy a cambiar de
tema. ¿El tema sexual cómo lo llevas?
–Nada, me gusta ella y listo. Para mí
es una mujer aunque no esté operada, si ella me respeta y me quiere como
hombre, el resto no importa: yo soy el hombre y ella mi mujer, así funcionamos,
el resto no importa.
¿A qué te refieres con
que “yo soy el hombre y ella la mujer”?
–A que yo soy el hombre y
ella la mujer. Yo la penetro.
Ah. ¿Ale trabaja?
–No quiero que esté todo el día en la
casa sin hacer nada, así que hace rato que se puso a estudiar y ahora trabaja.
Yo la ayudé a abrir una peluquería.
¿No eres celoso ni
machista entonces?
–Sí, algo de eso soy, pero confío en
ella... (sonrisa).
¿Tienen parejas
amigas que estén en la misma condición?
–No, ella tiene muchas
amigas, pero no le gusta mezclarse porque siempre dice que las chicas son
peligrosas, mejor tenerlas lejos. A veces entre ellas se quitan los maridos y
Ale no quiere problemas, así estamos bien.
Ultima pregunta, sé
que tienes que ir a trabajar. ¿Cómo te defines?
–Yo soy hombre, no bisexual, porque no
me gustan los hombres... Sólo me gustan las mujeres. Aunque algunas sean
diferentes, tienen que ser mujer.
2“Creo que la falta de afecto familiar acarrea mucho dolor que no les permite amar”
2“Creo que la falta de afecto familiar acarrea mucho dolor que no les permite amar”
Gustavo, 36 años, empleado.
¿Cómo fue que
conociste a tu primera novia trans?
–Era amiga de mi hermana, mi hermana me
la presentó.
¿Te gustó desde el primer
momento?
–Sí, era muy femenina, no parecía un travesti.
¿Cómo fue ese primer
encuentro? ¿Quién lo empezó todo?
–Un día me dijo que se volvía al
interior, y yo le dije que antes tenía que presentarle a alguien que gustaba de
ella, un amigo. Entonces la invité a mi casa cuando no había nadie y cuando
vino, le dije que era yo. Pasó lo que tenía que pasar y empezamos a salir.
¿Qué sentiste esa
primera vez?
–Nervios... al principio nervios,
lógico cuando estás frente a algo nuevo. Sientes contradicciones porque estás
ante alguien que te atrae, pero te encuentras entre tu deseo y la culpa.
¿Qué fue lo que más
te llamo la atención, qué te gustó?
–No sé, la piel, las
caricias son diferentes a estar con una mujer, son como más fuertes, es como
más enérgico, violento. Me gustó.
¿Cómo fue la
relación?
–Al comienzo todo era sexo. Había cosas
lindas, como esperarme a la mañana con una pastelito cuando me iba a trabajar, y tomar café juntos. Pero igual fue difícil.
¿Por qué?
–El tema de las adicciones. Ella
consumía bastante, fue una relación tormentosa. Encima en el ‘85 no era como
ahora, era como vivir en el gueto de Varsovia, discriminados totalmente. Creo
que la falta de afecto familiar acarrea mucho dolor que no les permite amar.
¿A qué te refieres?
–A que de mis dos relaciones, bastante
difíciles, no vi lazos estables, no vi familia.
¿Qué pasó entonces?
–Volví con mi novia, nos casamos, pero
nunca logramos tener hijos. Mientras tanto pasé 10 años de mi vida así, sin
poder olvidarla. Un día me la volví a cruzar y empezamos de nuevo; pero igual
nada cambió, hasta que decidí terminar con todo. Era agotador: del sexo a la
pelea por nada.
Piensas que todas las
chicas viven lo mismo?
–No... pero son la mayoría, por lo
menos en ese tiempo; lo veía en sus amigas, todas con la misma historia. A
veces son aceptadas cuando llevan regalos, cuando hay que terminar la casa; no
acepto a mi hija porque es travesti o se prostituye, pero sí acepto el fruto de
ese lugar. Y ellas a veces compran afecto.
¿Hoy cómo está tu
vida?
–Al final conocí una chica trans y
sentí que no era como saltar a la pileta vacía, era otra cosa, ella tenía lazos
afectivos, no ejercía la prostitución y eso es importante.
¿Por qué?
–Porque creo que hace mal; no cuestiono
a quien la ejerce, pero opino que es más lo que te saca que lo que te da, te
despersonaliza. Con "L" todo empezó diferente, ya no era tan fuerte lo sexual,
como en mis otras relaciones, que no sólo era explosivo lo sexual sino la
relación misma.
¿Tu familia conoce tu
relación?
–No. Es difícil porque siempre está el
miedo a que no te acepten, a que te juzguen.
La intimidad sexual,
¿cómo la vives?
Lo del sexo es difícil, hay roles fijos
que están instalados; con mis relaciones a veces había roles activos y pasivos;
en realidad, que te cojan o no, no te define como hombre, a veces te sientes mal
porque de chico te metieron en la cabeza cómo se debe y cómo no se debe coger.
¿Cómo te defines?
–Yo soy un hombre que le gusta la feminidad; no podría estar con otro
hombre, me gustan las mujeres. En este mundo capitalista los roles están
definidos así, pero en la antigüedad no era como ahora; en Roma, los hombres
tenían relaciones con hombres y mujeres, y no eran vistos como homosexuales,
eran prácticas sexuales y nada más. Ser activo o pasivo no te define, uno se auto-define; tampoco las relaciones son tan estáticas, un día se puede estar de
un lado o del otro, todo depende cómo vivas tu sexualidad. De última, ¿a quién
le importa tu vida íntima? Ahí tu puedes hacer lo que quieras.
¿Piensas formar una
familia?
–Ya tengo una familia, somos una
familia.
¿Qué diferencias hay
para ti, si las hay, entre las chicas trans de las que no lo son?
¿Te gustaría que tu
pareja se operara?
–No lo sé... Porque en la
relación de hombre-mujer hay un rol determinado, en cambio en una relación
trans nunca sabes de qué lado puedes quedar. Está buena la dualidad, por eso
creo que cuando buscas una trans, buscas esa dualidad, esa mujer especial,
diferente, pero mujer al fin; tiene que haber atracción femenina, pero hay un
doble juego: es femenina, pero cuando te toca, te besa, hay otra fuerza, es una
fuerza más masculina... Es como encontrarte a una hembra con rol diferente. En
la naturaleza, la mayoría de los machos dominan a la hembra y acá te puedes encontrar por ahí con una hembra dominante, tu puedes ser el macho, pero los
roles pueden cambiar; en cambio con la mayoría de las mujeres no trans buscan
la protección del hombre, no rompen con el molde social.
3 “Me gustan que
sean dulces, cariñosas, femeninas; si llegan y no son así, les pago lo mínimo y
les pido que se vayan”
Juan, 34 años, bancario
Juan, 34 años, bancario
¿Estás en pareja con
una chica trans?
–¡No! Es mujer tradicional.
¿Has tenido parejas
trans?
–No... siempre mujeres, me casé y me
separé, ahora tengo novia, pero normal. Con las travestis voy siempre para
tener sexo, no las veo como objeto de amor, como objeto sexual.
¿Tu separación tuvo
que ver con esto?
–Por mi adicción a los travestis; eso
me llevó a separarme, perder un trabajo, que me embargaran el sueldo. Recién
ahora estoy saliendo, de a poco estoy controlando algo más mi adicción. Llegué
a estar todos los días de la semana con una diferente. Eso implica mucho dinero:
a las chicas yo les pago, las busco por Internet o por el diario, las llamo,
acordamos un dinero y vienen.
¿Me explicas un poco
mejor eso de objeto sexual solamente?
–Les pago y listo. Me
gustan que sean dulces, cariñosas, femeninas; si llegan y no son así, les pago
lo mínimo y les pido que se vayan.
O sea que no es sólo
sexo. ¿Hay afecto?
–Sí, es fundamental; si no
son dulces, no me atraen. Ellas igual se sienten bien conmigo, a veces no se
quieren ir, comen conmigo y se quedan a dormir, las trato muy bien, no me gusta
que se sientan mal. Pero, bueno, cuando empieza a haber mucha intimidad, no las
llamo más. Es como que sólo necesito tener una fantasía de amor.
Con respecto al
aspecto sexual, ¿cómo lo vives?
–No tengo miedos con eso,
tienen que tener senos, eso sí. Que sean bastante femeninas, su parte genital
masculina mejor que sea inexistente, no dotadas.
¿Las transexuales
operadas también te gustan?
–No... Me gustan que tengan pene,
inexistente pero pene. No sé, debe ser un fetiche mío, seguro. Creo que ahí está
la diferencia con las normales y eso me confunde, que sean diferentes.
¿Cuál es la
diferencia para ti entre las chicas trans y las otras mujeres?
–No sabría decirte. Por lo
obvio, que tienen pene, pero después son bastante parecidas, aunque las trans
son un poco más sufridas, como que necesitan más afecto, se hacen las duras,
pero cuando entran en intimidad y tu las tratas bien, son re tiernas,
sensibles...
¿A qué te refieres con
“más sufridas”?
–A que de chicas tuvieron
que pasar de todo, castigos familiares, sociales, mucho rechazo, mala onda, no
las aceptan como mujeres porque no lo son para la mayoría, y como travestis
tampoco, las maltratan mucho...
¿Cómo te definirías
entonces?
–Yo me definiría como un hombre, tengo
un criterio amplio de sexualidad, puedo tener una relación heterosexual como
no; puedo transitar por estos dos lados, la belleza y la atracción es femenina,
si no hay feminidad, no podría estar, no podría estar con un hombre.
Cuándo comenzaste a
tener relaciones con trans?
–De los 18 en adelante. Conocí una
chica en mi barrio con la que me escapaba de noche a su casa y a su vez ella me
presentaba amigas. Como era chico y no ganaba mucho dinero, por lo general era de
onda, porque les gustaba.
Recién me dijiste que
lo vivías como adicción. ¿Recurriste a algún profesional?
–No, jamás... tengo que aprender que es
una parte de mí que no puedo cambiar, hoy la controlo, ya no es tan exacerbado.
Pero no lo puedo vencer, sigo tentándome.
¿Por qué piensas que
con las chicas sólo puedes tener sexo y algo de afecto?
–No sé... creo que no podría
presentarme en sociedad con ninguna de ellas, no podría enfrentar todo lo que
implica. Hoy está todo más aceptado, pero igual sigue habiendo prejuicios. En
el mundo donde me manejo yo es bravo, creo que hablarían a mis espaldas de mí,
dirían cualquier cosa y me lo guardaría, me lo reprimo.
¿O sea que no te
mostraste nunca con ninguna?
–Jamás, nunca... no podría. Cuando van
a mi departamento, las hago ir tarde, cuando ya no queda nadie, se va el
portero y las hago venir. Y se van antes que empiece a llegar la gente.
Entonces, si te
pregunto qué piensas del matrimonio igualitario y la ley de identidad de género,
¿qué me dices?
–Ni idea... la del matrimonio está
bien, conmigo no cuenten, ja ja... Y la de identidad, jamás escuché hablar de
nada. No sé, no me interesa mucho la movida.
4 “Justo ahora
salió la ley. Me hubiese casado para dejarla tranquila”
Raúl, 48 años, taxista.
Tienes pareja?
–No, hace un tiempo que estoy solo.
Tuve una novia trans, duramos unos cinco años.
¿Cómo la conociste?
–Trabajando en el tacho. La vi a ella
trabajando en la calle y la invité a salir después de su trabajo.
¿Era la primera vez
que salías con una chica trans?
–No, había salido una sola vez en una
despedida de solteros.
¿Empezaron a salir
enseguida?
–Enseguida pegamos onda.
¿Siguió trabajando en
la calle?
–Un tiempo... eso no me gustaba mucho,
pero al principio me lo aguanté.
¿Te lo aguantaste?
–Y sí, yo no quería una novia puta...
Se lo dije pero ella decía que era como ir a la oficina, y que tenía que
trabajar para pagar el alquiler y cosas que había comprado. Lo hablamos
bastante hasta que la convencí y nos fuimos a vivir a mi casa con mi vieja ( Mamá).
¿Con tu Mamá?
–Sí, yo vivo con mi vieja, al fondo me
hice un departamento chico y vivo ahí.
¿Le comentaste que te
ibas a vivir con tu novia y quién era?
–Se lo dije de una, para no andar con
vueltas. No le gustó: me dijo que no le había dicho que era homosexual, y yo le
dije que estaba mal de la cabeza, que yo no era puto, que me había enamorado de
una chica diferente, pero mujer al fin.
¿Y qué te dijo?
–Algo que me mató.
¿Qué?
–Que le dolía porque no iba a tener
descendencia. Y que ella no iba a tener nietos, que era su sueño.
¿Cómo fue la relación
mientras duró?
–Los dos primeros años bien, después
para el traste. Empezó a decirme que no se aguantaba estar todo el día en la casa
al pedo, y no aguantaba a mi vieja que la vigilaba todo el día, le rompía las
bolas por todo, si ella quería usar el tendero, mi vieja –oh casualidad– también
lo necesitaba... cosas de mujeres. Yo le decía que hiciera algo, que estudiara,
pero no quería, le daba vergüenza la gente. Un día escupió a una vieja en el
banco porque no dejaba de mirarla, y peleamos re mal.
¿Por qué terminaron?
Porque un día llegué a casa y no
estaba; mi vieja me dijo que había salido hace dos horas casi desnuda a la
calle y que no tenía que permitirlo porque la gente iba hablar mal.
¿La esperaste?
–Ni loco, estaba re caliente; entonces
agarré el auto y salí a buscarla. Cuando la encontré, la cagué a trompadas, le
dije de todo y la eché de casa.
¿Fue muy violenta la
pelea?
–Todo mal, se fue en otro taxi de un
amigo, yo me quedé porque sus amigas no me dejaban ir, me quedé fumando como
dos horas en el auto hasta calmarme.
¿No pudieron hablar de nuevo?
–No... Encima cuando volví a casa me encontré con que había roto todo,
inclusive le partió la puerta a mi vieja y le rompió todos los vidrios de la
casa. Hasta la policía la andaba buscando.
Muy fuerte...
–Sí, tan fuerte que me apuñaló. Yo salí
a buscarla por todos lados y una de sus amigas me dijo que se había ido a la
casa de Frutillita, otra travesti. Cuando llegué, salió como loca gritando:
“¡Me arruinaste la vida, tu y esa vieja de mierda, nunca tendría que haberme
ido a vivir contigo, yo no tengo alma de ama de casa, hijo de puta!”. Empezamos
a las trompadas en medio de la calle y en un descuido sacó un cuchillo serrucho
no sé de dónde y me dio un puntazo en la pierna... Terminé en mi casa con una
de sus amigas que me ayudó a curarme la herida. Igual no era grave.
¿Intervino la
policía?
–No, no hice la denuncia; tampoco dejé
que la haga mi vieja.
¿Cómo siguió tu vida?
–Re mal, yo la quería mucho, me costó dejarla,
pasaba por la esquina para verla y me re dolía verla trabajando.
Desde que estás solo,
¿sigues saliendo con chicas trans?
–No... he salido con chicas comunes,
pero no pasa nada, no me enamoro.
¿Por qué piensas que
no?
–Porque la quiero a ella, y ahora que
encima salió la ley me hubiese casado para dejarla tranquila, para que no tenga
miedo al futuro.
¿Al futuro?
–Claro, que pueda tener mi obra social;
si me pasa algo, mi pensión; que mi casa sea su casa...
¿Cómo te defines
sexualmente?
–Yo creo que bisexual. No sé, me gustan
los hombres y las mujeres, aunque haya tenido una novia travesti, nació
hombre... Creo yo, igual no me importa mucho.
¿Eres abierto sexualmente?
¿Eres abierto sexualmente?
–Ni ahí, yo soy el hombre y ella la
mujer... si naciste hombre, eres hombre y si naciste mujer, mujer... A mí no me
coge una mujer...
¿Y si naciste trans?
–Compórtate como una mujer... tienes
alma de mujer, tienes que ser mujer.
¿Qué es ser mujer
para ti?
–No sé, como toda mujer, trabaja,
estudia o se queda en la casa, cuida a sus hijos, a su marido... eso.
¿Cómo es hoy la
relación con tu Mamá?
–No le doy mucha lata, mi vieja fue
responsable también por ser tan guerrera, por eso la dejo sola, ni los
domingos voy a comer con ella.
¿No pensaste irte de
tu casa?
–Ni loco, es mi casa también... aparte
yo vivo al fondo y me costó mucho hacerme el departamento. Ella tiene que
entender que ya soy grande.
¿Cómo imaginas tu
futuro?
–Mmm... Quisiera conocer a alguien, si
no me arreglo con mi ex, travesti o no, empezar una vida de pareja, no estar
solo, no me gusta.
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Ellos sufren en silencio, son hombres como cualquier otro. Pero, ¿qué es ser un hombre? Fueron absolutamente respetuosos conmigo como con cualquier otra mujer; es más, sentían la necesidad de ser escuchados, de mostrar su enojo invisibilizado, si no, no hubiesen aceptado la entrevista y no hubiesen dicho todo lo que dijeron. Ellos quieren que se sepa lo que sienten. Pero tampoco hay que olvidar lo que nosotras como mujeres transexuales, como personas, como seres humanos sentimos al tener esa clase de "amor clandestino" si es que a eso se le puede llamar amor.
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